viernes, 13 de agosto de 2010

Un león timidón


En alguna oportunidad comenté el gran enigma que es para nuestro león el tema amoroso. Él se ha enfrentado a estos asuntos numerosas veces. En varias oportunidades, el éxito fue avasallante. En algunas otras, no obstante, le ganó su propia timidez, lo que hizo al cortejo por su parte no tan exitoso como él lo hubiera esperado. Esto es algo que no le sucede con todos los animales, y no toma estas situaciones como signos negativos, al contrario.

Es así que en una oportunidad reciente nuestro león se vio cohibido por su timidez ante otro animal, que llegó a cruzarse en si camino. Este animal poseía una personalidad que nuestro león no esperaba encontrar. Este animal, cuya especie desconozco, empleó técnicas de conquista y cortejo, que aunque ya conocidas por el león, adquirieron un color especial producto de las cualidades tan atractivas de este nuevo animal. El león se sintió completamente hipnotizado por su nuevo compañero.

Pasaron la noche charlando y comiendo algo que cazaron por ahí. La noche invernal de la sabana no ayudaba demasiado, pero el calor de su nueva unión hizo al león olvidar al frío y al viento, como meras circunstancias sin interés para él. El suelo gélido entumecía sus patas, pero era otro hecho meramente anecdótico para el león.

Muchísimo fue el tiempo que compartieron en la cueva del otro animal. Sus hocicos se acercaron y sus bigotes se rozaron. Sus patas se juntaron, y juntos dieron lugar un sueño apacible, uno junto al otro. Durante esta noche el león vivenció una y mil sensaciones, que fueron desde las más humanas hasta las más instintivas. Digo bien, humanas. Nuestro león, por más animal que sea, se nos asemeja a nosotros los humanos más de lo que creen. Durante esa noche, ese encontronazo de emociones impidió el sueño del león.

El león pudo dormir por fin. Esto fue llegando el amanecer. Fueron pocos los momentos en que concilió el sueño, pero disfrutó mucho de su cuerpo junto al del otro animal. Por algunos instantes, el león sintió que ambos animales eran uno.

Luego del despliegue tan creativo del cortejo de nuestro otro animal, fue imposible para el león no dejar volar su imaginación, y, sobre todo, su ilusión. Luego que amaneciera, el león fue feliz de haber compartido tales momentos con el otro animal, por más que sus instintos no hayan jugado un rol principal en esta historia, la que el león espera que recién esté comenzando.

Hoy nuestro león no ve la hora de poder pasar más tiempo con el otro animal, cuya especie, les recuerdo, aún nos es desconocida. Yo, en lo personal, espero que el tiempo les depare a ambos buenos momentos y muy prolongados. Nuestro león se lo merece.

Un león optimista


Como en toda la selva, los animales que en ésta conviven tienen más o menos años habitándola, y son siempre las más sabios los que más tiempo han caminado las tierras de la sabana. Estos animales poseen las respuestas a todas las inquietudes de los animales más jóvenes.

El león que nos convoca hace ya unos cuanto días tiene su propio consejero personal, que lo ayuda a reflexionar sobre su día a día, su aquí y ahora. Nuestro león encuentra esta práctica más que aliviadora, ya que a pesar con muchas otra especies que le prestan sus oídos y le ponen una pata en el lomo en forma de consuelo, para él no hay como su consejero para hablar libremente y recibir el consejo adecuado.

Sin embargo, el león acudió a otro tipo de consejero una vez. Fue a consultar con la pitonisa de la sabana a buscar respuestas que ningún otro consejero podría responder. Dotada de una sabiduría digna de los de su clase, este animal apenas entrado en años desplegó su arte para nuestro león, y sus palabras y respuestas hicieron que al león hasta la melena le brillara de alegría. Era inesperado para él recibir palabras que elogiaran su ser, su presente, su futuro. Más aún, cuando nuestro león ve todo oscuro producto de su creciente desánimo.

Ahora el león sabe que la primavera se acerca, y con ella los frutos de un tiempo oscuro tanto en su interior como en su exterior. El invierno se va, y deja atrás todo lo malo. Le llega la primavera a nuestro león, por fin…